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Gabo y Vargas Llosa, en el premio Biblioteca Breve de 1970. / J.M. Castellet./elpais.com |
“Como era un señor de América del Sur en aquella época era alguien
sospechoso para mi padre, por lo que pedimos garantías y acabó
avalándole Carmen Balcells en persona”, recuerda hoy Javier Canals,
propietario del piso tercero segunda de la calle Osi, 50 de Barcelona e
hijo de Miguel, que fue quien alquiló, por intermediación de la futura
superagente literaria, el piso a Mario Vargas Llosa, donde el también
futuro premio Nobel vivió con su familia entre 1972 y 1974. No escribió
allí Pantaleón y las visitadoras sino, porque decía que no
podía concentrarse por el ruido, en uno de los tres estudios blancos que
había en el sobreático, gracias a las irregularidades urbanísticas de
la época y que es bien visible aún desde la calle. “Igual una de las
piezas literarias mayores hay que agradecérsela al alcalde Porcioles”,
bromea uno de los periodistas que rodean al colega Xavi Ayén, de paseo
por escenarios míticos de la Barcelona de los años 60 y 70 cuando
convergieron lo mejor de las letras sudamericanas y que él ha reflejado
en Aquellos años del boom (RBA).
Osi, 50 hace casi esquina con la también bastante silenciosa calle
Caponata, 6 donde en los bajos escribía entonces Gabriel García Márquez El otoño del patriarca; había llegado pocos años antes, en 1967, con su familia. Esa confluencia de calles fue
la capital del boom. Por ahí pasaron todos. “Mario golpeaba con los
nudillos en el tabique y al cabo de un rato aparecía Gabo, con su mítico
mono azul de mecánico que se ponía para escribir”, recuerda Ayén la
broma con la que aquellos impresionaban a Juanjo Armas Marcelo en 1972.
No eran pisos contiguos, pero ellos estaban muy unidos. “Comías en casa
de uno y tomabas el café en la del otro”, cuenta el escritor Alfredo
Bryce Echenique en el libro. La cercanía la había propiciado Balcells:
“Los instalaba en Sarrià porque eso daba buena imagen; ella les hacía de
cajero automático y les solucionaba desde problemas de liquidez a lo
más doméstico, como las vacaciones familiares o la compra”, explica el
periodista, que constata: “Siendo ambos de origen humilde los puso en la
zona alta de la ciudad, y Sergio Pitol, que era de clase pudiente vivía
en el Raval, en la calle Escudellers”.
Vargas Llosa golpeó a Gabo por desvelar un asunto de faldas a su mujer, mantiene el periodista Xavi Ayén
Ayén sabe centenares de detalles como ese que trufan su libro, nacido
de quedarse con ganas de saber más sobre los escritores que se
afincaron en la ciudad, coincidencia astral que hasta la fecha sólo
tenía una biblia: las memorias de otro ilustre afincado, José
Donoso. “Quería hacer una biografía colectiva centrándome sobre todo en
Barcelona, pero no se podía explicar solo desde ahí y la cosa fue
creciendo”. Tanto que al final le ha llevado 10 años de trabajo y, tras
recortarlo, 876 páginas, con las que obtuvo el premio Gaziel de
Biografías y Memorias. Ahora es ya un libro de referencia obligada.
“No, cualesquiera, no: los pedía de 120 gramos de grosor”, recita con
voz cansina Jorge, el dueño de la papelería-quiosco de maderas verdes
de una calle más abajo y a la que, dos veces por semana como mínimo,
acudía Gabo a comprar paquetes de folios, que tenía que pedirle
exprofeso por su grosor. Acabaron trabando cierta amistad: los hijos del
escritor le ayudaron a montar estanterías en el local y él terminó
escuchando música en el potente tocadiscos del escritor, que tenía
insonorizado el piso.
Carlos Barral, Carlos Fuentes, Josep Maria Castellet, los hermanos
Goytisolo, Guillermo Cabrera Infante, Julio Cortázar, Rosa Regàs… son
algunos míticos nombres más que aparecen en el estudio de Ayén, que ha
consultado más de 300 libros y archivos (“en el de Vargas Llosa no
permiten el acceso a las carpetas de Julia Urquidi, la Tía Júlia”) y se
ha entrevista con familiares, amigos y viudas. Muchos coincidían, en esa
geografía barcelonesa (en el volumen hay tres planos detallando,
residencias, lugares de ocio, editoriales y librerías), en la gauchedivinista
Bocaccio: “Gabo fue algunas veces, pero no muchas y Vargas Llosa, solo
una, eran muy disciplinados trabajando”, sostiene Ayén sobre los pilares
de un grupo que “creó por vez primera un mercado global literario
español y que no tenían una estética común pero sí actuaban
colectivamente… y eso los editores se lo encontraron hecho”.
La cosa, para el estudioso, acabó por diversos motivos: “Dejaron de
vivir juntos en 1974-1975, les dividió sus posturas ante la revolución
cubana y el caso Padilla y unos empezaron a tener mucho éxito y
otros siguieron siendo solo autores de culto”. Pero la razón más
espectacular tiene fecha y escenario: el 12 de febrero de 1976, en el
Palacio de Bellas Artes de México, en el preestreno del filme Supervivientes de los Andes:
Gabo se dirige a Vargas Llosa y este le propina el famoso derechazo que
lo tumba al grito de “Esto, por lo que le hiciste a Patricia en
Barcelona”. Son sólo 30 páginas del libro pero serán las más consultadas
y las que han puesto en cierto aprieto la edición. Según la versión de
Ayén, el origen está en una crisis matrimonial de Mario y Patricia
Vargas Llosa, a causa de una aventura extramatrimonial de él. Patricia
visitará Barcelona entre mayo y junio de 1975 para recoger cosas y
ultimar gestiones. Una noche sale a cenar con Balcells, Edward y Gabo.
Tomaron unas copas y Patricia tenía que coger el avión de regreso a Lima
muy temprano. Gabo se ofreció a llevarla y, según Edwards, Patricia
perdió el avión, porque Gabo se extravió. Según el chileno, Mario
siempre pensó que fue porque quería llevársela a un hotel. Ayén se
inclina, tácitamente, por el hecho de que, en el clima de gran amistad
entre Gabo y Patricia, el coche se convirtió en una especie de
confesionario y el autor de Cien años de soledad “cometió una
indiscreción mayúscula, al revelarle a Patricia Llosa alguna correría de
su marido, cometida en los años de Barcelona”. Vargas Llosa sintió que
“Gabo había corrompido la amistad al irse de la lengua”. Puede pasarle a
un gran narrador.
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