viernes, 13 de marzo de 2015

Informe de censura de Cien años de soledad

La obra es AUTORIZABLE. Como novela, muy buena

Gabriel García Márquez, autor colombiano de Cien años de soledad./elmalpensante.com
En 1969, cuando se publicó por primera vez Cien años de soledad en España, todos los libros debían pasar por una oficina de censura. Si hoy en día uno va al Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares, y pide que le dejen ver la caja 66/2529, puede leer en el expediente 1184-69 lo que escribió el (arrebatado) censor franquista sobre la obra máxima de nuestro Nobel.

[…] el autor trata de proporcionar una idea lo más exacta posible de la baja y media sociedad hispanoamericana, concretamente de la sociedad colombiana, con sus infidelidades matrimoniales, sus rencores familiares, sus trapicheos, sus aspiraciones, sus pequeños y ruinosos negocios, su elevada natalidad y mortandad infantil, su hacinamiento doméstico, etc, etc. / Políticamente, la obra no presenta problema ninguno. Ideológicamente, tampoco, porque no defiende tesis sino que describe situaciones. Moralmente, presenta un ambiente en el que predomina la inmoralidad como cosa de todos los días y sin ulteriores preocupaciones éticas, aunque no falten personajes que se planteen problemas de conciencia. Sin embargo, no se incurre en descripciones escabrosas ni inmorales: simplemente se describen situaciones inconvenientes sin aprobarlas ni condenarlas pero produciendo una impresión desfavorable hacia tales situaciones. La obra es AUTORIZABLE. Como novela, muy buena. 

Madrid pondrá el nombre de Gabriel García Márquez a una biblioteca municipal

El Ayuntamiento de Madrid dará el nombre del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, fallecido el pasado 17 de abril, a una de sus bibliotecas municipales y un homenaje en la Feria del Libro que se inicia hoy

Gabriel García Márquez, autor colombiano de Cien años de soledad, sera homenajeado durante la Feria del Libro de Madrid./lainformacion.com
El Pleno del Ayuntamiento ha acordado hoy por unanimidad dar el nombre del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, fallecido el pasado 17 de abril, a una vía, espacio urbano o edificio de titularidad municipal de la ciudad.
En una intervención previa a la votación, el delegado madrileño de Las Artes, Deportes y Turismo, Pedro Corral, ha anunciado que el espacio elegido finalmente es la biblioteca municipal de Orcasur, en el distrito de Usera, al sur de la ciudad, que actualmente está en obras para multiplicar por cinco su superficie y será reabierta a final de año.
Corral ha recordado que Madrid, "capital cultural de una comunidad de 500 millones de hispanohablantes y puente entre Europa y América", quiere "perpetuar" así su "gratitud" a García Márquez por su obra y por "su admiración hacia Madrid".
La concejala socialista Ana García D'Atri, que se ha referido a García Márquez como "el mejor escritor en español del siglo XX" y un "constructor de mundos mágicos", ha opinado que el premio Nobel "merece un lugar en Madrid igual que lo tiene en el corazón de los madrileños. Lo contrario -ha apuntado- seria condenar a Madrid a cien años de soledad".
Por Izquierda Unida, Milagros Hernández ha intervenido para destacar que su obra es hoy "vida, alegría y gozo" y valorar su "marcado compromiso con la revolución cubana", a la que "nunca retiró su apoyo" y "nunca escatimó apoyos a Fidel Castro".
La edil de UPyD Patricia García ha dicho que Madrid rinde así un "justo homenaje" a "un grande entre los grandes", al que ha dicho que personalmente le debe "el inmenso placer de la lectura". 

La Feria del Libro regresa con un homenaje a García Márquez y recuperando 'El Micro'

La 73 edición de la Feria del Libro regresa al Paseo de Coches del parque del Retiro del 30 de mayo al 15 de junio con un homenaje a Gabriel García Márquez con una lectura continuada de 'Cien años de soledad', un homenaje a Quino, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, al cumplirse el 50 aniversario de 'Mafalda', encuentros en torno al centenario de la Primera Guerra Mundial y con la recuperación de 'El Micro'.
Situado frente a la iglesia de San Pascual, en el Paseo de Recoletos, recogió en 1933 las palabras del presidente del Gobierno, Manuel Azaña. Ahora hasta 16 novelistas, poetas, libreros y periodistas contarán con un minuto desde el 31 de mayo y a las 12 horas para escuchar sus palabras, por medio de la megafonía del Paseo de Coches.
El homenaje a García Márquez tendrá lugar el domingo 8 de junio en la caseta 0. Organizado por Penguin Random House, en la lectura participarán personalidades del mundo cultural y todo aquel lector que se quiera sumar. También se habilitará un libro de condolencias, que después se hará llegar a la familia del escritor.
El espacio dedicado a la inmortal Mafalda se centrará en 'Los viernes de Quino', que tendrán lugar en la caseta 0, desde donde distintos dibujantes trasladarán a los asistentes al universo de esta inconformista inmortal. Y también habrá hueco para los 20 aniversario. Es el caso de 'Tranvía a la Malvarrosa', libro en torno al cual conversarán Manuel Vicent, José Luis García Sánchez, Manuel Gutiérrez Aragón y Ángel S. Hanguindet, y de 'Manolito Gafotas'.
La reflexión llegarán, entre otros, de la mano de la literatura social de Javier Díez Moro, autor de 'La asesina que gritó justicia'. Estará acompañado por Rosa María Calaf, Lolo Rico y representantes de PAH-Madrid. Quien tampoco faltará a su cita en el Retiro será la novela negra. A destacar la mesa redonda sobre el 'boom' de los escritores nórdicos.
La feria será el evento también elegido para presentar el libro 'La Real Academia Española. Vida e historia', del académico y director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, dedicado al tricentenario de la RAE.
El programa incluye dos lecturas de poesía: 'Palabras que son flores que son frutos que son actos', que reunirá a autores mexicanos y españoles en torno a la figura de Octavio Paz, y 'Dos universos poéticos a los 30 años de su muerte', dedicado a Vicente Aleixandre y Jorge Guillén. Además, el primer día de la feria es el elegido para entregar el XVII Premio Alfagura de Novela, que este año ha recaído en Jorge Franco por 'El mundo de afuera'.

Menos casetas, más expositores

En esta edición habrá 364 casetas, "algunas menos que el año pasado", según el director, Teodoro Sacristán, aunque con más expositores, hasta 508, entre los que se encuentran 20 organismos oficiales, 10 distribuidores, 60 libreros especializados, otros tantos generales, 218 editores de Madrid y 134 de fuera de la ciudad.
Por segundo año consecutivo, las bibliotecas municipales colaborarán mano a mano con la Feria del Libro. Así, la Eugenio Trías, en la Casa de Fieras del Retiro, acogerá debates, mesas redondas, y presentación de novedades. En Casa de Vacas, también en el Retiro, el Ayuntamiento ha programado tres lecturas dramatizadas. Una se dedicará a Antonio Machado, la segunda al ambiente de los cafetines madrileños del siglo XIX y la última a Luis Alberto de Cuenca.
Todo ello sin olvidar las tradicionales propuestas para los más pequeños, con talleres y cuentacuentos. Otra opción es el concurso de fotoletras, que propone a los niños dar con letras inesperadas en el parque, como la 'J' en el perfil de una farola o la 'O' en las nubes.
La Feria está patrocinada por el Ayuntamiento, la Comunidad, la Real Casa de Correos y Banco Sabadell. El presupuesto es similar al del año pasado, algo más de un millón de euros, y se presenta este año bajo el lema 'Deletrear el mundo'. El cartel de esta edición es obra del sevillano Santiago Miranda, premio Nacional de Diseño en 1989. Plasma el momento en el que un lector despliega un mapa para orientarse en el viaje de los libros.

La muerte del patriarca

Homenaje. Con García Márquez se ha ido también el boom  narrativo latinoamericano

Gabriel García Márquez, Gabo que estás en los cielos./elpais.com
"Ni siquiera entonces nos atrevimos a creer en su muerte porque era la segunda vez que lo encontraban en aquella oficina, solo y vestido, y muerto al parecer de muerte natural durante el sueño, como estaba anunciado desde hacía muchos años en las aguas premonitorias de los lebrillos de las pitonisas" (El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez).

Así fallece el patriarca otoñal de esa novela. Y así —como si se muriera en uno de sus libros— falleció García Márquez: tras varias falsas alarmas, poderoso y remoto, y anunciado su deceso por presagios funestos. La noche del 15 de abril pasado, dos días antes de su muerte, ocurrió un eclipse de luna roja, voceado con alardes de Apocalipsis. Aquella luna sangrienta imitó a sus ficciones, donde los desastres siempre vienen precedidos de malos augurios (¿y qué mayor desastre que la muerte propia, ese apocalipsis personal?).

Quedamos aquí sus lectores. Tal como les ocurre a los asombrados ciudadanos de aquella novela, que entran al palacio vacío y ruinoso para encontrar al patriarca muerto, nosotros, ni siquiera viendo su catafalco escoltado de presidentes, nos atrevimos a creerlo. ¿Se habrá muerto, realmente, García Márquez?

La respuesta es sí y no. Por la negativa se pronuncian sus obras. Pocos escritores recientes, en nuestro idioma, han dejado una obra más viva. Cien años de soledad, releído casi medio siglo después, no envejece. Y la razón es sencilla: ya era viejo ese libro cuando su autor lo escribió. Anacrónico su lenguaje, extemporáneos sus personajes, eternos sus mitos. Sacando bien las cuentas, Cien años de soledad tiene la edad del tiempo, o sea, es atemporal.

Posteriormente, varias generaciones de escritores más jóvenes que nuevos, apurados por matar al patriarca, han querido enterrar ese libro (con su autor, en lo posible). Confieso que yo también lo deseé, ocasionalmente, cuando en aulas o cafés europeos o estadounidenses, algún latinoamericanista experto me salía con la monserga de esta “realidad mágica” que explicaría, sin razonarlos, nuestro atraso y sus utopías. Pero ocurre cada vez menos. Y, en todo caso, ese estereotipo no fue culpa de García Márquez; más bien al contrario, fue consecuencia de su genio. Si sus tres o cuatro novelas magistrales engañan a incautos, que las toman por espejos en lugar de espejismos, es porque él creó con ellas un universo paralelo, donde el tiempo circula en vez de pasar. En ese tiempo viven sus obras, sin recibir lesión apreciable con los años. Y él vive en ellas.

En las calles de nuestra literatura hay hoy más libertad… y también más caos

Pero otras cosas sí han muerto con el patriarca. Con García Márquez ha fallecido, finalmente, el boom narrativo latinoamericano. Una revolución literaria cuya muerte anunciada venía dilatándose tanto, que ya parecía una de esas eternas transiciones a la democracia de nuestros países. Es cierto, quedan Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, plenamente vigentes. Pero ambos evolucionaron, alejándose de las estéticas y las políticas que mantuvieron en los sesenta del siglo pasado. Mientras, García Márquez no evolucionó. Parió su cosmos realista mágico y lo habitó durante el resto de su vida creativa (con pocas excepciones). Igualmente se domicilió en sus ideas: detenido en la arcadia de la revolución cubana, fue fiel a Fidel hasta el ataúd. Cultivó esa anacronía como si fuera otro arcaísmo de su lenguaje. Por esta política y por aquella poética, García Márquez representó como nadie lo que fue el boom. Y por eso este muere con su patriarca.

Comparar la larga agonía del boom con una transición a la democracia, quizás no sea una licencia poética. Bendición para la narrativa latinoamericana, que de pronto apareció en el mapa literario mundial, la revolución del boom acabó —como tantas— prohijando una oligarquía. Lo que ha venido después se parece más a una democracia de masas, donde no hay un puñado de escritores excelsos, sino miles, revueltos. Y cada uno tiene un solo voto, y nadie tiene veto. Y predomina una estética populista, donde pesan menos los méritos literarios de las obras que los pesos —o los euros, o los dólares— de sus ventas. Es una democracia del gusto, además, sin jerarquías claras, sin cánones indudables (como ese que constituyó el boom). Lo dicho: con el patriarca murió un sistema de poder literario. Ahora, en los palacios arruinados de su estética, sus seguidores rutinarios mercadean una demagogia novelesca que ofrece oropeles de color local, en vez del oro real que José Arcadio Buendía buscó en Macondo.

Pero no todo es demagogia en esta narrativa democrática. También escriben quienes aprendieron la lección del patriarca para superarla. Ante la facundia del estilo garcíamarquiano (que voy parodiando, indudablemente sin éxito, en este artículo), algunos autores reaccionaron como Beckett lo hiciera ante el desafío de Joyce: optando por una lengua parca y por una mirada comprimida. Y otros guardaron sus novelas bajo las siete llaves de la pura literatura. Y otros las dejaron correr por pistas globales, que ya no pueden llamarse latinoamericanas. Y otros… En fin, que reina una algarabía narrativa. El patriarca ha muerto y con él su régimen. En las calles de nuestra literatura hay más libertad… y también más caos.

García Márquez conoció esa cumbre y abismo de los grandes artistas: fue mayor que él mismo. Y así se le habrá venido encima la muerte, como al patriarca de su invención: “Que estaba condenado a no conocer la vida sino por el revés, condenado a descifrar las costuras y a corregir los hilos de la trama y los nudos de la urdimbre del gobelino de ilusiones de la realidad”.

Carlos Franz es escritor chileno.